Los obispos de la región del NOA (Noroeste Argentino) participaron de una nueva reunión anual, que se desarrolló en la casa de retiros espirituales Nuestra Señora de Guadalupe, ubicada en la parroquia Santa María, provincia de Catamarca.
En la reunión participaron los arzobispos de Salta y Tucumán, monseñor Mario Cargnello y monseñor Carlos Sánchez, respectivamente; el arzobispo emérito de Tucumán, cardenal Luis Villalba; el obispo de Catamarca, monseñor Luis Urbanc; el obispo de La Rioja, monseñor Dante Braida; el obispo prelado de Cafayate, monseñor Darío Quintana OAR; el obispo prelado de Humahuaca, monseñor Félix Paredes CRL; el obispo de Concepción, monseñor José Díaz; el obispo de Orán, monseñor Luis Scozzina OFM y su auxiliar, monseñor Claudio Castricone; el obispo auxiliar de Tucumán, monseñor Roberto Ferrari; y los obispos eméritos de Humahuaca y Concepción, monseñor Pedro Olmedo CMF y monseñor José María Rossi OP, respectivamente.
Respecto de la reunión, monseñor Quintana comentó que los prelados reflexionan sobre la situación socio-política del país y su impacto en la región, como así también sobre la realidad de la cada una de las Iglesias particulares presentes alli. Además, comparten jornadas de intensa oración y de reflexión teológico-pastoral.
Por otro lado, los obispos recorrerán puntos de la ciudad en el contexto de la conmemoración de los 314 años de su fundación, ocasión en la que además mantendrán una reunión con la intendenta del distrito Santa María y su equipo de trabajo. al finalizar, el jueves 8 de febrero dieron a conocer un mensaje referido a la canoniazación de Mama Antula.
Aquí el mensaje:
MAMA ANTULA, PEREGRINA Y MISIONERA
Nuestra Patria recibe la bendición de una Santa Mujer que nació y se formó
en el Noroeste argentino y que su pasión por Jesús la llevaron a recorrerlo a
pie llevando su anuncio.
Los Obispos del NOA, tierra de Mama Antula, nos comparten el sentir como
Pueblo de Dios que se ve animado con este regalo.
Queridos hermanos y hermanas:
Compartimos con ustedes nuestra profunda alegría por la canonización de la beata María
Antonia de Paz y Figueroa, conocida como Mama Antula, la primera santa argentina, hija de
nuestra región del NOA. Damos gracias a Dios, el Padre de Jesús, por este regalo a la Iglesia y al
Papa Francisco por ofrecernos este modelo de fe y santidad misionera.
Nuestra Mama Antula nació en Silípica, Santiago del Estero, en 1730 y falleció en Buenos
Aires en 1799. Su figura de mujer se agiganta en esta hora de la Patria y nos interpela.
En ella, Jesús escribió el Evangelio a lo largo de su vida y lo acerca a cada uno de
nosotros.
Como fruto de nuestro encuentro de Obispos del NOA, reunidos en Santa María
(Catamarca), compartimos algunos de sus rasgos que nos alientan a ser fieles a nuestra vocación
bautismal.
1. Mama Antula es un testimonio de oración y de vida misionera.
Desde joven se sintió llamada a asumir la espiritualidad jesuítica. Se consagró como laica
en el mundo, trabajando al servicio del Evangelio.
Desde sus quince años ayudaba a los jesuitas en la preparación de los Ejercicios
Espirituales, colaborando en la organización de éstos. Atendía la alimentación y el cuidado de
los ejercitantes.
Cuando los padres de la Compañía de Jesús fueron expulsados del Virreinato del Río de la
Plata, se sintió llamada a mantener vivo el servicio de los Ejercicios Espirituales.
Organizaba todo: buscando el lugar, la comida, el predicador. Nada la detenía. Impulsada por
el Espíritu Santo dejó su Santiago natal y se puso en camino, descalza y de a pie, como San
Ignacio de Loyola. Jujuy, Salta, Tucumán, La Rioja, Catamarca y Córdoba la vieron llegar y
trabajar para que muchos hombres y mujeres se encontraran con Jesús.
Posteriormente se trasladó a Buenos Aires. Allí, venciendo prejuicios fue
organizando los Ejercicios hasta reunir grupos de casi 500 ejercitantes, siempre con
el mismo método. La que, en sus comienzos, era considerada una desequilibrada, terminó
ganándose el respeto de las autoridades civiles y religiosas, y el cariño de quienes encontraban
en Jesucristo el sentido de sus vidas. Cruzó el Río de la Plata hasta Uruguay. Y allí hizo lo
mismo.
Dos años después, es llamada a Buenos Aires por el Obispo para continuar la obra
evangelizadora, construyendo para tal fin la Santa Casa que aún hoy existe. Siguió hasta el
final, acompañada por el grupo de mujeres que continuaron la obra después de su muerte.
Esta disponibilidad de María Antonia a la voluntad de Dios, que se traduce en pasión
misionera, fue alimentada por una oración sostenida que la llevaba a ver las dificultades como
desafíos y oportunidades. Su testimonio nos cuestiona hoy. También nosotros vivimos
un tiempo difícil. ¿Cómo enfrentamos el mismo? ¿Nos domina el desánimo, el
“sálvese quien pueda”, el desinterés por los demás? O vemos una oportunidad para
vivir con intensidad el estilo de vida de Jesús, que, alimentándose en la voluntad del Padre
pasó haciendo el bien (Cf. Hch 10,38). En esta hora en la que la pobreza de tantos hermanos
se expande y profundiza, ¿estamos dispuestos a hacernos realmente solidarios con quien nos
necesita? ¿nos apremia anunciar la alegría del Evangelio a todos? Mama Antula lo hizo
valientemente.
2. Mama Antula es un canto a la mujer fuerte.
Cuando aún vivía, Mama Antula, ya era conocida en Europa por su labor
apostólica. Cartas escritas por un sacerdote cordobés, fueron el material para hacer conocer
la vida y la obra de esta mujer mediante un libro que se tituló: “Elogio de la mujer fuerte”.
Ella perseveró esperando contra toda esperanza (Cfr. Rom 4,18).
Su figura nos invita a reconocer y agradecer a tantas mujeres de nuestras
diócesis, parroquias, ciudades y pueblos que testimonian su amor a Cristo y a su
Evangelio en la catequesis, en las tareas de servicio en las Cáritas, en comedores
comunitarios, en la atención parroquial, en iniciativas evangelizadoras, en sus
familias, con sus esposos y sus hijos y que sostienen el tejido social de nuestra
Patria. En esta hora es bueno mirarnos en Mama Antula y en tantas mujeres que hoy siguen
dando un sí generoso y, muchas veces, heroico a la vida. Su figura se agiganta invitándonos a
desarrollar en cada uno de nosotros la imaginación de la caridad que no se achica ante las
dificultades. ¡No nos quedemos de brazos cruzados! ¡El que más recibió tiene más
responsabilidad! ¡No nos cansemos de hacer el bien!
3. Mama Antula es un modelo y un estímulo para nuestro camino.
La fuente y el alimento de su santidad fue su amor apasionado a Jesucristo. La
imagen del Niño Jesús, su “Manuelito”, que la acompañó a lo largo de todo su peregrinar por
la Argentina, retrata su vínculo de amistad con Él. De allí su compromiso por crear espacios
para el encuentro de cada hermano con el Señor “que conoce lo que hay en el corazón del
hombre” (Cfr. 1Cor 2,11).
Ese amor se hizo camino, como el de la Iglesia a lo largo de la historia. Un
camino junto a sus hermanas beatas, a los sacerdotes y obispos que la acompañaron. Un
camino que se une al nuestro en la búsqueda del Señor y de los hermanos, mostrándoles la
belleza transformadora del Evangelio. Por eso, Mama Antula nos impulsa a los pastores,
obispos, sacerdotes y diáconos, religiosos y religiosas y a todos los agentes de pastoral, en
especial a nuestros queridos catequistas, a renovar nuestro compromiso con el anuncio
del Evangelio, en una Iglesia sinodal y misionera, “para que todos los hombres se
salven y lleguen al conocimiento de la verdad” (1Tim 2,4), de esa verdad que, al hacernos
libres y solidarios, devuelve la dignidad a todo hombre y mujer que habita nuestro mundo.
Los confiamos a todos a la protección de Nuestra Madre, la Virgen que, en sus diversas
advocaciones, nos acompaña.
Que la bendición del Señor renueve nuestra esperanza, la virtud de los tiempos
difíciles, que se fortalece con el don de la santidad de Mama Antula.
Los Obispos del Noroeste Argentino
Santa María, Prelatura de Cafayate, 8 de febrero de 2024.