Varios miles de fieles de todas las parroquias de la Provincia colmaron las instalaciones del Santuario de Río Blanco
Todas las comunidades parroquiales llegaron con sus imágenes patronales, que luego pasaron procesionalmente la final de la misa.
Instituciones. movimientos , pastorales y diversas iniciativas diocesanas expusieron cada una en el Colegio San alberto Magno , en donde mostraron sus actividades y proyectos.
El obispo en su homilía hizo una memoria agradecida de estos 90 años y saludó con mucho afecto a Mons. Mario Cargnello, allí presente, ya que Salta fue la DIócesis madre de donde se desprendió la Diócesis de Jujuy y también a mons. Félix Paredes, ya que la prelatura de Humahuaca se desprendió de la Diócesis de Jujuy en 1969.
Exhortó asimismo a los fieles a llevar adelante la MISIÓN DIOCESANA DE JULIO como un obsequio de estos 90 años.
Al final de la misa se leyó con mucha emoción una carta que envió el Santo Padre Francisco por este aniversario.
Gran regocijo en toda la comunidad diocesana por esta celebración .
Aquí la homilía del obispo,Mons. Daniel Fernández:
20 de abril de 2024 – 90° aniversario de la Diócesis de Jujuy
Queridos hermanos y hermanas:
Con gran alegría estamos celebrando hoy, los 90 años de la creación de nuestra Diócesis de Jujuy. El 20 de abril de 1934 por la gracia del Papa Pio XI en la Bula “ Nobilis Argentinae Nationis” dispone que – lo que es hoy el territorio civil de la Provincia de Jujuy – se desprenda de la Diócesis de Salta para formar una jurisdicción que abarcaba en ese entonces todo su territorio, hasta que en 1969 se crea la Prelatura de Humahuaca y se le asigna los departamentos de Cochinoca, Humahuaca, Rinconada, Santa Catalina, Susques y Yavi.
Agradezco – de modo especial – al Arzobispo de Salta, Mons. Mario Cargnello, que con su presencia nos trae el cariño de la Iglesia Madre salteña y a Mons. Félix Paredes Cruz, Prelado de Humahuaca haciendo presente a esa Iglesia que formó parte de nuestra Diócesis por 35 años.
El acto de creación de una Diócesis por parte del Papa, responde al reconocimiento de que, en ese territorio, están dadas las condiciones necesarias para sostener la vida de una Iglesia particular y que existe un número importante de presbíteros y de fieles para dar consistencia a la misma; además de ser conveniente y necesario para una mejor tarea evangelizadora y misionera en ese territorio.
Todas las Iglesia del NOA provenimos de una larga historia que hunde sus raíces en la primera evangelización que se da ya a mediados del siglo XVI. Los generosos misioneros sembraron de obras sus caminos, regados de sangre y de santidad, siempre con el único deseo de responder a la exigencia del Evangelio de predicar el nombre de Jesucristo hasta los confines de la tierra y plantar la Iglesia en el nuevo mundo. Al igual que los conquistadores, los primeros misioneros llegaban de la ya floreciente iglesia peruana. Posteriormente se abrirá el camino del Río de la Plata hacia el interior de nuestro país.
Según cuenta el padre Vergara, ya por 1561 tenemos noticia de los primeros religiosos que se establecen definitivamente en la región: son los Mercedarios fray Luis Valderrama, fray Cristóbal de Albarrán y fray Hernando de Almenares, que fundan su primer convento en Talavera en 1567. En 1566 llegan los primeros Franciscanos a la región, y a partir de entonces, estarán presentes junto a los Mercedarios, en todas las fundaciones posteriores, en cada una de las cuales se destinará un solar para la erección del convento respectivo. En general, hasta fines el siglo XVI, con la llegada de los Jesuitas, la evangelización de nuestra zona recayó casi exclusivamente en los Franciscanos.
Una página de oro en la historia de la evangelización en nuestra tierra la escriben los mártires del Zenta, martirizados el 26 de octubre de 1683, entre los que contamos al beato sacerdote jujeño don Pedro Ortíz de Zárate.
Hace más de 50 años, el padre Vergara hacía notar que “Nosotros, hijos del siglo XX, muy frecuentemente no apreciamos los esfuerzos, los sacrificios y el martirio de nuestros antepasados americanos, sea españoles o indios, porque no llegamos a medirlos en toda su intensidad; y creemos que todo aquello es cosa pasada, y que los esplendores de aquel siglo nada tienen que ver con los de nuestros siglos de conquista y civilización. (y remata diciendo) Todo lo que hoy tenemos es fruto de lo que han sembrado entonces” (M. A. Vergara, Don Pedro Ortiz de Zárate – Jujuy, tierra de mártires, Rosario – 1966 – 292).
Esta breve reseña histórica en la que me he detenido es para que comprendamos someramente de dónde venimos y sepamos agradecer esa realidad que señalaba sabiamente el p. Vergara: “Todo lo que tenemos es fruto de lo que han sembrado entonces”. Basta adentrarnos en nuestro patrimonio artístico, cultural y religioso para encontrar esas huellas; basta observar la riqueza de nuestra piedad popular y la profundidad de su fe cristiana para encontrar esas raíces y huellas que han plantado aquellos evangelizadores.
Y es que ha sido el Bautismo que recibió la mayoría de nuestra gente, el que le ha dado la identidad cristiana a nuestro pueblo. Al conferirnos el Bautismo, nos han conferido un sello indeleble que habla de la dignidad de los hijos de Dios, de nuestra pertenencia a Cristo y a la Iglesia, del fundamento de nuestra fraternidad, de nuestra tarea cotidiana por instaurar el Reino de Dios entre los hombres.
Es consciente de esta grandeza de la fe cristiana el papá y la mamá que piden el Bautismo para sus hijos y realzan con lo mejor que tienen la gracia inefable de hacerlos en la Iglesia hijos de Dios.
Las lecturas bíblicas que acabamos de escuchar en esta celebración nos hablan de esa riqueza que significa nuestra pertenencia a Cristo. San Pablo nos decía: “Ustedes ya no son extranjeros ni huéspedes, sino conciudadanos de los santos y miembros de la familia de Dios. Ustedes están edificados sobre los apóstoles y los profetas, que son los cimientos, mientras que la piedra angular es el mismo Jesucristo. En él, todo el edificio, bien trabado, va creciendo para constituir un templo santo en el Señor.
En él, también ustedes son incorporados al edificio, para llegar a ser una morada de Dios en el Espíritu”.
Y Jesús en el Evangelio, descubriendo la profundidad de su amor oraba al Padre diciendo: “Padre santo, cuida en tu Nombre a aquellos que me diste, para que sean uno, como nosotros.
Conságralos en la verdad: tu palabra es verdad. Así como tú me enviaste al mundo, yo también los envío al mundo. Por ellos me consagro, para que también ellos sean consagrados en la verdad.
Yo les he dado la gloria que tú me diste, para que sean uno, como nosotros somos uno -yo en ellos y tú en mí- para que sean perfectamente uno y el mundo conozca que tú me has enviado, y que yo los amé cómo tú me amaste.»
Ahí están nuestras raíces, aquello que hoy venimos a agradecer a Dios: el inestimable regalo de nuestra fe cristiana, marcada para siempre por la gracia bautismal y que nos hace pertenecer para siempre a Dios. ¡Tantas veces le hemos dicho a Dios: “Señor nosotros somos tuyos y Tu eres nuestro”. Viene bien que hoy lo volvamos a repetir”: ¡Señor nosotros somos tuyos y Tú eres nuestro!
Sabemos que este tesoro de la fe cristiana recibido en la Iglesia, – en esta porción de la Iglesia de Dios que es la Iglesia de Jujuy -, donde la mayoría de ustedes ha sido bautizados, confirmados, perdonados… este tesoro de la fe es para compartirlo con todos, es para llevarlo a todos.
Por eso, al pensar en la celebración de los 90 años de nuestra Diócesis, entendí y les propuse que – además de esta hermosa celebración que vivimos el día de hoy – nuestro mejor regalo y homenaje por este aniversario, sea fomentar el desarrollo de la vocación misionera de todos los bautizados y embarcarnos juntos en una misión diocesana en las vacaciones de julio, que sea como un paradigma, no para agotar las fuerzas en una semana, sino para que nos instale en una misión permanente que nos lleve a todas las periferias humanas y existenciales donde nuestros hermanos y hermanas necesiten conocer o redescubrir la fuerza transformadora de la fe que nos hace vivir en la intimidad con Dios y en el calor familiar que brinda la comunidad de los bautizados en la Iglesia.
Escuchemos nuevamente al Señor que le dice al Padre: “Así como tú me enviaste al mundo, yo también los envío al mundo”. Porque pertenecemos a Dios “Somos suyos y Él es nuestro”, somos discípulos misioneros, siempre discípulos y siempre misioneros. Llamados como nuestros antepasados en la fe a que la vida de Jesús se expanda en nuestra sociedad tan necesitada de fraternidad, solidaridad, justicia y esperanza.
Junto a los grandes evangelizadores que recordamos, pasemos por nuestra mente y corazones la fe recibida de los abuelos y de los papis, de los sacerdotes que nos acompañaron en la fe, de los consagrados y catequistas que iluminaron nuestra vida cristiana… Recordémoslos a ellos con el cariño de siempre y volvamos a verlos vivir y morir en la fe cristiana. Ese tesoro nos regalaron y ese tesoro queremos ofrecer a los que viven hoy entre nosotros y a aquellos que vendrán.
El Santísimo Salvador que desde su cruz redentora nos abraza a todos y nuestra Madre del Rosario de Rio Blanco y Paypaya que bajo su manto cobijó a generaciones enteras de creyentes nos acompañen y bendigan en el camino de la misión compartiéndonos el ardor evangelizador de nuestro Señor y de su Madre, la primera evangelizadora.
Querida Diócesis de Jujuy: Felices 90 años
Saludo del papa Francisco
saludo del papa a la DiocesisdeJujuy